Tropiezo en el Bernabéu: Real Madrid 3-1 Villarreal
El Real Madrid necesitaba ganar. No por los tres puntos solamente, sino por todo lo que venía arrastrando desde la demoledora derrota en el Metropolitano donde el Atlético le endosó un 5-2 que todavía escuece. Un tropiezo ante el Villarreal habría significado cederle la segunda posición al submarino amarillo, y ver cómo el Atlético y Barça podían acercarse y alejarse respectivamente en la clasificación. El contexto lo hacía todo más grande.
Al final, el Madrid ganó 3-1 con un doblete de Vinícius que rescató al equipo cuando el plan parecía atascarse. Pero reducir este partido a "el Madrid fue superior y ganó merecidamente" sería simplificar demasiado. Hubo un Villarreal que plantó cara durante 47 minutos con un buen planteamiento de Marcelino, un Madrid que sigue dependiendo excesivamente de destellos individuales para resolver partidos, y dos jugadas polémicas que decantaron definitivamente la balanza. Vamos por partes.
El ajedrez de Marcelino: descansar para después atacar
Lo primero que sorprendió del partido fue el once inicial de Marcelino. Dejó en el banquillo a sus dos jugadores más determinantes en el último tercio: Nicolás Pépé y Georges Mikautadze. En su lugar, optó por Moleiro como falso nueve junto a Tani Oluwaseyi, con Pape Gueye actuando como un falso extremo, ayudando a Cardona en defensa y que muchas veces se metía por dentro para ayudar al doble pivote.
La lógica detrás de esta decisión era clara: el Villarreal acababa de jugar el miércoles ante la Juventus en Champions, un partido físicamente demoledor que terminó 2-2. Marcelino sabía que sus jugadores no llegarían frescos a los 90 minutos en el Bernabéu. Entonces, ¿para qué quemar a Pépé y Mika desde el inicio contra un Madrid que iba a dominar el balón? Mejor aguantar la primera parte con un bloque ultra-compacto, desgastar al rival, y en la segunda mitad, con el partido más abierto y las piernas del Madrid más pesadas, sacar la artillería pesada desde el banquillo.
El plan, sobre el papel, tenía todo el sentido del mundo. Y durante 47 minutos, funcionó a la perfección.
Primera parte: cómo frustrar al Madrid sin balón

El Villarreal se organizó en un 4-4-2, con las dos líneas de cuatro muy juntas y poca distancia entre ellas. Pape Gueye era clave en este dispositivo: cuando el Madrid tenía balón, este ayudaba mucho en defensa a Cardona o se cerraba por dentro junto a Thomas Partey y Comesaña, formando prácticamente un triple pivote que taponaba cualquier pase vertical hacia Mbappé o Güler.

Cuando el Villarreal atacaba, la cosa cambiaba. Moleiro bajaba constantemente desde su posición de falso nueve para recibir entre líneas, arrastrando a los centrales del Madrid fuera de posición. Esto creaba un dilema para Huijsen y Militão: ¿salimos a presionar a Moleiro o mantenemos la posición? Si salían, dejaban espacio a la espalda para que Buchanan o Tani se lanzaran en carrera. Si no salían, Moleiro tenía tiempo para girarse y lanzar pases filtrados. Pape Gueye se cerraba mucho formando un doble pivote con Thomas, dejando libertad a Comesaña para ayudar en ataque.


El Madrid, por su parte, dominaba el balón con naturalidad —73% de posesión y 683 pases frente a los 269 del Villarreal— pero sin generar peligro real. El sistema de Xabi Alonso era un 4-2-3-1 con Tchouaméni y Ceballos como doble pivote, y con Valverde ocupando el lateral derecho por las ausencias de Carvajal y Alexander-Arnold.


El problema es que el Madrid circulaba demasiado lateral, sin velocidad ni profundidad. El Pass Flow lo muestra perfectamente: todo el juego se concentraba en esa banda izquierda donde se agrupaban Vinícius, Mbappé, Huijsen y Güler, mientras Mastantuono quedaba aislado en el otro costado. Tchouaméni bajaba constantemente entre centrales para dar una salida adicional, pero eso solo generaba más circulación horizontal sin romper líneas.

Las ocasiones más claras del Madrid en esta primera parte no llegaron por elaboración colectiva, sino por situaciones puntuales. Tchouaméni tuvo dos llegadas desde segunda línea tras centros laterales, ambas con xG de 0.41 y 0.51 respectivamente. Mastantuono también gozó de una ocasión clara (0.40 xG) que sacó providencialmente Renato Veiga, pero esa jugada vino de un error en salida del Villarreal, no de conexiones fluidas del Madrid.
Es un Madrid plano. Un equipo al que le cuesta generar sin los destellos individuales de sus estrellas. Las sinergias no aparecen, el dinamismo entre líneas brilla por su ausencia. Están esperando constantemente el chispazo de Mbappé o Vinícius, pero no hay un funcionamiento orgánico que potencie a todos.
El Villarreal también avisó
Mientras el Madrid dominaba sin generar, el Villarreal ejecutaba su plan con paciencia y disciplina. Y en los últimos minutos de la primera parte, estuvo a punto de darle el golpe perfecto al Madrid.












Si alguna de estas jugadas termina en gol, el plan de Marcelino habría salido perfecto. Aguantar sin sufrir, frustrar al Madrid, y en un par de transiciones bien ejecutadas, castigarlos por esa línea defensiva tan alta y ese exceso de confianza en la posesión.
Pero el fútbol tiene estos detalles crueles. El Villarreal no marcó.
El minuto 47: cuando se rompe el equilibrio
Tras aguantar la primera parte. Entraron como se esperaba Mikautadze y Pépé, pero apenas dos minutos de la segunda parte, Vini recibe encara a Mouriño —que ya venía amonestado desde el minuto 30 y debía defender con pies de plomo— y ejecuta ese recorte que solo él sabe hacer. El disparo no parece especialmente peligroso, pero se desvía en Comesaña y bate a Tenas. 1-0. Y con ese gol, todo cambió.
El Villarreal ya no podía permitirse mantener ese bloque ultra-compacto. Necesitaba buscar el empate, lo que significaba subir líneas y arriesgar más. Ahora el contexto era completamente diferente. Ya no era un 0-0 donde podían aprovechar espacios al contraataque con el Madrid volcado. Ahora iban perdiendo y debían exponerse.
El Madrid, por su parte, encontró exactamente lo que necesitaba: espacios. Esos mismos espacios que no había tenido en toda la primera parte porque el Villarreal estaba cerradísimo. Ahora, con el rival obligado a salir, Vinícius, Mbappé y Güler podían correr con el balón controlado hacia una defensa menos organizada.
Mikautadze: descarga, presencia y un golazo
Cuando Marcelino decidió meter a Mikautadze en el descanso, el georgiano entró a hacer un trabajo sucio pero fundamental: descargar balones imposibles contra Militão y Huijsen, dos centrales muy superiores físicamente a él.

Y lo hizo. A pesar de tener apenas 45 minutos, Mikautadze se quedó con balones complicadísimos. Arnau Tenas le buscaba constantemente con pases largos, y el delantero los controlaba, aguantaba el empuje de los centrales y daba opciones a sus compañeros. En un partido donde el Villarreal tenía tan poco balón, tener a alguien capaz de retener esas pelotas era oro puro.




Y en el minuto 73 llegó su momento. El Madrid defiende mal una transición, Huijsen y Camavinga llegan tarde, el balón le cae a Mikautadze en el borde del área y suelta un latigazo imposible para Courtois. Golazo. 2-1. El Villarreal metido de lleno en el partido.
Desde donde estaba el georgiano, con dos jugadores del Madrid solo en la frontal mirando, con Camavinga en tierra de nadie... ese gol es un fallo grave del Madrid. Falta de agresividad y posicionamiento. Pero también es un disparo de muchísima calidad que pone al Villarreal a un gol de empatar.
Desafortunadamente para el Submarino, apenas cuatro minutos después llegaría la jugada que sentenciaría todo.
Arnau Tenas: paradas, pies y valentía
Antes de hablar de lo que pasó después, hay que detenerse en Arnau Tenas. Otro fichaje del Villarreal que me parece necesario y que, sorprendentemente, ha tardado en asentarse como titular indiscutible.

Tenas realizó un par de paradas a Bellingham con el marcador 2-0 que fueron de muchísimo mérito. El inglés estaba solo, con ángulo, con espacio para ajustar el disparo, y el portero español apareció para mantener vivo al Villarreal. Literalmente minutos después llegó el gol de Mikautadze, así que esas intervenciones fueron clave para que el Villarreal pudiera meterse en el partido.
Pero lo que más me gustó de Arnau fue su juego de pies y su valentía para lanzar largos. Completó 7 de 22 pases largos, lo que puede parecer un porcentaje bajo (32%), pero hay que ver el contexto: estaba buscando constantemente a Mikautadze en carrera contra centrales más fuertes, en un partido donde el Madrid dejaba al Villarreal en 2v2 arriba.




Esos pases largos generaron las situaciones más peligrosas del Villarreal. El mano a mano de Tani en la primera parte vino de un pase de Arnau. Varias descargas de Mika también. En un partido donde el Villarreal apenas tocaba balón (269 pases frente a 683 del Madrid), tener a un portero capaz de lanzar con criterio y precisión era fundamental.
Estuvo muy cerca de parar el penalti de Vinícius. En los otros dos goles no tuvo mucho que hacer. Y mantuvo al Villarreal en el partido cuando pudo haberse ido a más. Actuación muy sólida.





Vinícius: electricidad, agresividad y protagonismo absoluto
Si hay un jugador que volvió a su mejor versión este sábado, ese fue Vinícius. El brasileño había estado irregular en las últimas semanas, sin esa electricidad característica, sin esa agresividad al encarar que lo hace tan peligroso. Ante el Villarreal recuperó todo eso y fue, de largo, el mejor del Madrid.

Los números lo dicen todo: 2 goles, 1 penalti provocado, 17 toques en área rival (el máximo del partido), 6 ocasiones creadas, 6 regates exitosos de 12 intentados. Pero más allá de las estadísticas, fue su actitud. Cada vez que recibía el balón, iba directo a por Mouriño. Sin miedo, sin dudar. Recorte, cambio de ritmo, disparo. Una y otra vez.
El lateral uruguayo no pudo con él. Mouriño se había cargado de amarilla muy pronto en la primera parte, y eso condicionó completamente su partido. Debía defender con pies de plomo ante el jugador más encarador del mundo. Misión imposible.
El primer gol llega de uno de esos uno contra uno. Vinícius recibe, encara, recorta y dispara. El balón se desvía en Comesaña y entra. No es un golazo, pero es Vinícius haciendo lo que mejor sabe hacer: generar peligro en espacios mínimos.
El penalti también es obra suya. Bellingham lanza un pase filtrado perfecto que rompe la línea del Villarreal, Vinícius acelera como solo él sabe y Rafa Marín comete una falta torpe dentro del área.
Y la expulsión de Mouriño también es consecuencia directa de la superioridad de Vinícius en el uno contra uno. El brasileño arranca por banda, Mouriño no tiene más opción que derribarlo, segunda amarilla y a la calle.
Xabi Alonso lo resumió perfectamente post-partido: "Me gusta cuando le veo sonreír y disfrutar. Estuvo cerca de hacer un hat-trick. Es un jugador importantísimo por su capacidad de desequilibrio". Fue el único jugador del Madrid que estuvo al nivel esperado. El único capaz de resolver un partido que, hasta el minuto 47, estaba completamente atascado.
El Madrid: talento que gana, pero estructura que preocupa
Aquí llegamos al tema incómodo. El Madrid ganó 3-1, recuperó el liderato, y la imagen post-derbi quedó bastante lavada. Pero si somos honestos con el análisis, este partido volvió a mostrar los mismos problemas que venimos viendo desde hace semanas.
El Madrid domina el balón (73% de posesión) pero sin velocidad, sin verticalidad. Todo es circulación lateral, especialmente en esa primera parte donde el Villarreal estaba cerradísimo. No hay movimientos entre líneas que generen dudas en los defensores. No hay automatismos que permitan superar bloques bajos. Todo depende de que Vinícius o Mbappé hagan algo brillante.
Xabi Alonso lo reconoció: "En la primera parte nos faltó un poco de velocidad en nuestra circulación". Y tiene razón. Pero el problema no es solo la velocidad, es la falta de sinergias, de conexiones que se potencien entre sí. Ceballos y Tchouaméni no dan el último pase. Güler está desconectado del juego. Mastantuono queda aislado en la otra banda. Mbappé busca espacios pero el balón nunca le llega en condiciones.
Las entradas de Bellingham y Camavinga en la segunda parte le dieron al equipo más presencia física y capacidad de progresión, pero no resolvieron el problema estructural. El Madrid sigue siendo un equipo que gana partidos por momentos individuales de calidad diferencial, no por un funcionamiento colectivo superior.
Y ojo, esto les sirve para ganar la inmensa mayoría de partidos de liga. Tienen tanto talento individual que pueden resolver cualquier partido del día a día. Pero cuando lleguen las eliminatorias de Champions contra Bayern, PSG o Arsenal, ¿será suficiente? ¿O necesitan encontrar ese funcionamiento orgánico que les permita competir durante 90 minutos sin depender de destellos?
Mientras Xabi Alonso busca su táctica, su plan, y trata de ajustar al equipo a lo que quiere, el talento diferencial de las individualidades va ganando los partidos. La calidad es suficiente para cumplir día a día, pero ganar grandes cosas requiere estructura y equipo top, salvo que tengas muchísima suerte.
Las polémicas: dos jugadas que marcaron el rumbo
No quiero cerrar el análisis sin mencionar las dos jugadas más polémicas del partido, porque tuvieron un impacto determinante en el resultado final.




El penalti es discutible. Hay contacto, eso es innegable. Rafa Marín toca a Vinícius dentro del área. Pero, ¿es suficiente para pitar penalti? En mi opinión, el fútbol es un deporte de contacto. Ese tipo de roces ocurren cincuenta veces por partido. Si pitamos eso como falta en medio del campo, no acabamos el partido. Creo que Vinícius se deja caer buscando el contacto, lo encuentra, y el árbitro pita.
Entiendo que técnicamente hay falta. Pero también entiendo la frustración del Villarreal porque ese mismo contacto en otras zonas del campo no se pita nunca.



La expulsión de Mouriño es aún más polémica. El contacto es mínimo. Vinícius arranca en velocidad, Mouriño intenta seguirle pero apenas lo roza. No es una falta que deba sacar amarilla en condiciones normales. Pero como era la segunda, el uruguayo se va expulsado.
Comesaña lo resumió bien post-partido: "El penalti nos duele mucho, solo hay que ver cómo simula. La expulsión igual. Si ya es difícil ganar en el Bernabéu, con eso, lo es aún más". Marcelino fue más críptico pero igual de crítico: "No me gustó nada el arbitraje".
Mi opinión: el Madrid fue superior y merecía ganar. Pero estas dos jugadas decantaron definitivamente un partido que, hasta ese momento, estaba más abierto de lo que el 3-1 final sugiere. Con 2-1 y el Villarreal con once jugadores, el final podría haber sido diferente.
Conclusión: dos equipos, dos momentos
El Real Madrid ganó, recuperó el liderato y demostró que el desastre del derbi fue más un accidente que un síntoma de problemas profundos. Vinícius volvió a su mejor versión, el equipo se echó el partido a la espalda cuando más lo necesitaba, y los tres puntos quedaron en casa.
Pero las dudas siguen ahí. Este es un Madrid que depende demasiado de destellos individuales para resolver partidos. Que domina el balón sin generar peligro real. Que encuentra su mejor versión cuando el rival se abre y aparecen espacios, pero que sufre contra bloques compactos bien organizados.
El Villarreal se va del Bernabéu con la sensación de que pudo haber sido diferente. Su plan táctico funciono durante 47 minutos. Marcelino demostró que este equipo tiene entrenador y jugadores para aspirar a más que solo sobrevivir ante los grandes. Mikautadze y Arnau Tenas confirmaron que son fichajes importantes.
Pero en el fútbol de élite, casi nunca es suficiente. Un recorte de Vinícius, un penalti discutible, una expulsión polémica... y todo el trabajo táctico se desmorona. Estos son los márgenes que separan a los buenos equipos de los grandes.
Dos equipos con identidad clara pero en momentos evolutivos distintos. El Madrid buscando cómo hacer que todo ese talento funcione de forma orgánica. El Villarreal construyendo un proyecto con ideas claras y jugadores en crecimiento. Ambos con mucho fútbol por delante esta temporada.
¿Encontrará Xabi Alonso la estructura que necesita antes de las eliminatorias grandes? ¿Confirmará el Villarreal que puede competir de tú a tú con los mejores o volverá a esa versión conservadora de sobrevivir y esperar errores?
La liga es larga. Habrá tiempo para respuestas.
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